Hay un arte que estamos perdiendo: el de reparar.
No en el sentido de arreglar, sino en el de prestar atención.
Detenerse.
Mirar con ojos que realmente ven.
Sentir antes de consumir.
Comprender antes de juzgar.
Cuestionar antes de pasar al siguiente story.
Creemos que ese arte hace falta. Y más aún: creemos que puede volver a aprenderse.
Empieza con un gesto pequeño.
Una flor comestible sobre un plato.
Un microvegetal que dice más de lo que aparenta.
Una textura, un aroma, un color que parece inventado.
Pero no es invención — es naturaleza.
Es trabajo.
Es detalle.
Es tiempo.
Es gente.
Detrás de cada flor, hay manos que cuidan.
Detrás de cada hoja, decisiones tomadas con intención.
Detrás de cada uno de nuestros productos, hay una invitación:
Repara.
Repara en lo que comes.
Repara en quién lo produce.
Repara en lo que te rodea, antes de que se escape.
Porque fíjate:
Lo que no se repara, se pierde.
No cultivamos solo microvegetales. Cultivamos la atención y cosechamos el asombro y la belleza de las cosas pequeñas — que, al final, no son nada pequeñas.