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Flor de curgete

Flor de calabacín

Hay productos que, a primera vista, parecen frágiles. Demasiado delicados, casi efímeros. Pero bastan dos dedos y un poco de atención para darse cuenta de que la Flor de Calabacín es todo menos eso.

La flor de calabacín es ligera, delicada, casi tímida. Con pétalos dorados y textura sedosa, tiene entre 7 y 12 cm de promesas por cumplir. No grita, no se impone, pero donde entra, transforma. Su sabor es sutil, casi neutro, lo que la hace maleable, capaz de absorber lo que la rodea y, al mismo tiempo, mantenerse distinta.

Basta con cocinarla una vez — rebozada y frita en una tempura ligera, gratinada, rellena de ricotta o queso de cabra, o colocada con cuidado sobre una frittata — para ver que su fragilidad es solo fachada. Hay sustancia ahí. Textura. Un sabor que no se impone, pero que envuelve, discreto, como quien conoce su lugar en el plato.

En ensaladas crudas, corta con dulzura la acidez del aliño. En sopas claras, casi se disuelve pero deja huella. En platos principales, sirve tanto de adorno como de gesto — colocada sobre una lubina a la parrilla, o al lado de verduras asadas, como diciendo: “no hace falta más”.

Es uno de esos ingredientes que no necesita artificios, porque no le hace falta mucho para brillar.

Algunos pensarán que exageramos. “¿Una flor?”, preguntan. Sí, porque sabemos que a veces eso es exactamente lo que falta. Un detalle sin utilidad práctica, pero que lo cambia todo. Como una servilleta de tela, o una música suave en la cocina.

Vegetarianos y veganos la ven como un as en la manga: ligera, bonita y llena de posibilidades. Pero no hace falta seguir ninguna etiqueta para darle un lugar en el plato. Basta con tener ganas de probar — y gusto por empezar con lo simple.

La flor de calabacín nos recuerda que sofisticación y sencillez no son opuestas — son vecinas.

Hoy, cada vez que recolectamos flores de calabacín, lo hacemos más despacio. Ya no es solo producto, es momento. Y quizá eso sea el verdadero lujo: tener tiempo para fijarse.

Disponibles ahora, mientras la temporada lo permita. Y solo por eso, ya valen la pena.

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