He regresado a la vibrante Ciudad de México y a uno de mis lugares favoritos: Xochimilco.

Este lugar, muchas veces asociado con fiestas, celebraciones y desorden, tiene un lado que pocos conocen, más tranquilo y lleno de significado: el Arca Tierra.

En Xochimilco, se entiende cómo la Ciudad de México fue construida sobre un antiguo pantano y cómo ese paisaje aún guarda vestigios de ese pasado acuático a través de las chinampas — un sistema agrícola ancestral, único en el mundo. Estas pequeñas islas de tierra fértil, levantadas por el hombre sobre lagos y canales, son un testimonio vivo de la profunda relación entre el ser humano y el entorno, una forma de cultivo que resiste al tiempo y a la modernidad.

Al recorrer las chinampas, se siente que cada pedazo de tierra lleva siglos de conocimiento y esfuerzo colectivo. El Arca Tierra es más que un lugar donde se cultiva la tierra; es un espacio donde se cultiva una comunidad, un modo de vida que respeta el equilibrio natural y valora el trabajo conjunto.

Fue con las personas de este proyecto con quienes viví el momento más significativo de la visita. Gente de manos firmes, que conoce bien el terreno y comprende la importancia de preservar esta herencia. Su compromiso va más allá del cultivo — es una forma de resistencia, de mantener vivas las tradiciones que garantizan la sostenibilidad y el futuro.

Mi visita comenzó aún de noche, para ver el amanecer, y terminó con un desayuno verdaderamente de la granja a la mesa, digno de superhéroes — lleno de sabor y sustancia, porque el trabajo agrícola es duro y exigente, y necesita algo que empuje la carreta.

Esta experiencia fue, para mí, una invitación a reflexionar sobre el valor de las cosas simples, hechas con cuidado y respeto. Un recordatorio de que la tierra sigue siendo nuestro punto de partida, que el futuro depende de cómo la tratemos hoy, y que los alimentos de verdad no pueden ser un lujo.

El Arca Tierra me mostró que, a pesar de los desafíos, es posible construir caminos que honren la historia y apuesten por la continuidad — un ejemplo que permanece y que inspira.

Si alguna vez tienen la oportunidad, no dejen de visitar este lugar único, que quedará con ustedes mucho más allá de la visita.