En nuestras cajas, hay un pequeño detalle que a primera vista puede pasar desapercibido: una etiqueta con el nombre de quien cosechó esos productos.

“Cosechado por”.

Dos palabras sencillas. Pero dentro de ellas vive un mundo entero.

No es un gesto logístico. No es un requisito técnico. Es un principio. Una forma de ver el trabajo, de ponerle rostro al cuidado, de recordar que detrás de cada flor hay manos humanas, ojos atentos y un profundo respeto por la naturaleza y por el ritmo de las cosas.

Desde los inicios de Microgreens, quisimos que cada flor recolectada llevase consigo la memoria de quien la tocó por última vez antes de llegar a ti. Porque creemos que el alimento no es solo materia, también es intención. Y hay algo profundamente bello en saber que ese toque final, antes de que cada flor llegue a un plato, perteneció a alguien con nombre propio, que se levantó temprano, que recolectó con delicadeza, que se preocupó.

En una época en la que todo parece venir de máquinas anónimas, estandarizadas y asépticas, decidimos hacer las cosas de otro modo. Rehumanizar. Devolverle rostro al gesto.

El nombre en la etiqueta a veces es tímido. Otras veces, está firmado con orgullo. Pero en cualquier caso, es una firma real. Una especie de sello invisible que dice: « estuve aquí ». Vi esta flor abrirse. Elegí esta entre muchas. La cuidé.

Y tal vez sea eso, al final, lo que hace que este pequeño detalle... no sea tan pequeño.