El pasado 3 de septiembre, Lisboa lloró. Ascensor da Glória, uno de los símbolos más queridos e icónicos de la ciudad, descarriló. Un desastre que nos dejó a todos perplejos: ¿fue un error humano? ¿Negligencia? ¿O simplemente el peso de los siglos, de unas máquinas que ya no soportan el volumen de un turismo sin control?
Son preguntas urgentes que requieren respuesta. No solo para depurar responsabilidades, sino para garantizar que una tragedia así nunca vuelva a asombrar nuestra ciudad.
Me mudé a Lisboa hace 11 años. Desde entonces, la llamo hogar. Fue extremadamente generosa conmigo, me abrió calles, horizontes, posibilidades. Quizás por eso, al ver los vídeos del desastre, sentí que también yo descarrilaba. Por el dolor de las víctimas, por el patrimonio herido, por toda Lisboa.
Desde entonces, mis pensamientos están con las familias de quienes perdieron la vida y todos los heridos. Y mi más profundo agradecimiento a los equipos de intervención que, con valentía y prontitud, respondieron ante lo inesperado.
Al igual que la naturaleza, las ciudades tienen alma propia. El pasado miércoles, Lisboa se hizo oír de forma atroz y dolorosa, empujándonos hacia una reflexión inevitable. No solo sobre la injusticia de vidas arrebatadas en un viaje que debía ser de descubrimiento y encanto, sino también sobre el retrato de una ciudad sobrecargada—para sus habitantes, para quienes nos visitan, para los símbolos que nos conectan con el pasado.
No me malinterpreten. Soy, y siempre seré, partidario del turismo. Me llena el corazón ver que nuestro país por fin es reconocido como el tesoro que siempre ha sido. Me encanta ver a otros enamorarse de la misma luz que me conquistó.
¡Que vengan y que regresen! Porque siempre tenemos algo que enseñar y ofrecer, y tanto por aprender y recibir.
Que se aclare este desastre, que no quede sin respuestas, que abra espacio al cambio. Lisboa lo merece. El país lo merece. Todos lo merecemos.
Amália cantaba: “Lisboa, no seas francesa, eres portuguesa, eres solo para nosotros.”
Yo digo algo distinto: Lisboa es para todos los que vienen con el corazón abierto. Igual que vine yo hace 11 años. Igual que muchos más vendrán.
2 comentarios
Concordo com você, Lisboa é de todos, e por mais que esteja sofrendo um turismo exagerado, em nada o descarrilhamento tem a ver com isso, mas com certeza falha humana de manutenção e revitalização do patrimônio histórico de Lisboa
Muito bem escrito, sobretudo porque muito bem pensado!
Bem-vindo a Lisboa! Mesmo que já tenha sido há 11 anos.